¿Salimos? ¿O nos quedamos?

Ahora mismo, a las 10 de la noche de un miércoles con toda la modorra de después de cenar, estas como el más atocinado del planeta tirado en tu sofá leyendo estas lineas. Mientras tanto, 150 millones de euros corren por las páginas de Internet a una velocidad de vértigo. Lo que antes era una actividad en la que ibas a un lugar concreto y pasabas un tiempo agradable paseando, tomando un café o relacionándote con gente, en definitiva el ''ir de compras'', se ha sustituido por pasar horas y horas tratando de encontrar el articulo perfecto (con el color perfecto, tamaño perfecto, precio perfecto, estampado perfecto y todos esos detalles que creemos que existen ) delante de una pantalla de ordenador.

Este sujeto, además de tener la capacidad de estar horas para realizar una compra y la paciencia de esperar como mínimo una semana hasta que llegue su ansiado pedido, es sometido a un proceso de ''absorción'' de datos personales (la mayoría de las veces innecesarios) y a rellenar un formulario tan detallado que incluso a veces se desiste por la perdida de tiempo que supone y la cantidad de información que hay que rellenar.

Os pongo un vídeo (en inglés) que es el que me ha inspirado a escribir sobre esto. En cierta parte es una crítica a estos procesos que a veces llegan a desesperar a muchos en comparación con la atención de los dependientes de una tienda tradicional.

Por otra parte el comercio electrónico, es un avance tanto para las ventas en una empresa como para el cliente, ya que facilita una serie de servicios a los consumidores como son; la comodidad de poder ver sus productos desde casa, no gastar en transportarte de una tienda a otra en caso de que en una de ellas el producto no este disponible, hay flexibilidad de horarios por lo que cada uno podrá acceder a la tienda online cuando le sea mas conveniente y en algunas de ellas, la exposición de los productos es tan buena y tiene tantas opciones que no merece la pena salir a probar si hay suerte.